Gerardo Jorge
Mencionado por
Mencionó a
- Vicente Grondona
- Luciana Lamothe
- Juan Ignacio Reos
- Nahuel Vecino
- Victoria Cóccaro
- Rómulo Macció
- Marcelo Pombo
- Alfredo Prior
- Ana Clara Soler
- Silvina Wernicke
Biografía
Nací en Buenos Aires el 15 de octubre de 1980.
Estudié la Carrera de Letras en la UBA. Me formé en pintura y dibujo en talleres particulares con Alfredo Prior, Déborah Pruden y Nahuel Vecino. Llevé adelante estudios de música e instrumentos, de modo inconstante, en forma particular y en el CEAMC.
Actualmente, asisto al Taller de Pintura y Dibujo de Nahuel Vecino.
Desde el 2006, edito y codirijo, junto a Victoria Cóccaro, una revista de poesía y arte llamada El niño Stanton (www.elniniostanton.blogspot.com), que lleva publicados seis números. En el 2007, fundamos juntos también un sello editorial con el mismo nombre, que edita obras de poetas nóveles. En el 2008, inicié un laboratorio de crítica sobre arte visual junto al poeta Carlos Godoy. Colaboré y colaboro en otras publicaciones de arte y poesía.
Como poeta, participé de festivales y lecturas.
Como artista plástico, expuse en las siguientes muestras:
-Pagoda mutable en brumas de mil colores (diciembre de 2007, La Fundación; colectiva en el marco del taller de Nahuel Vecino).
-Congreso (mayo de 2008, El Mayo; colectiva con Luciana Lamothe, Valentina Liernur, Victoria Cóccaro, Juan Ignacio Reos, Silvina Wernicke, Kortatu Mozuc, Ana Clara Soler). Fui también curador de esta exposición.
-El Junio (junio de 2008; colectiva con Vicente Grondona y Déborah Pruden. Obras de cada uno de los 3 artistas + obras a dúo de Vicente Grondona & Gerardo Jorge).
Un poema de Osvaldo Lamborghini (2008)
Pintura (esmalte sintético, aerosol y acrílico sobre tela)
Visión del arte
Menciono dos obras que me parecen importantes en el camino que trato de hacer, entonces, simplemente.
“Encuentros en el fin del mundo”, esmalte y acrílico sobre tela, 195 x 170 cm. Esta obra la pinté -literalmente- bajo el influjo de obras de otras disciplinas, como el cine de Werner Herzog y la épica de Homero, que excitaron el fuego de una idea pictórica que latía, relacionada con ciertas formas de la abstracción, la materialidad y lo romántico que encuentro en la tradición de pintura que más me seduce. Es una tela trabajada básicamente a partir de un fondo muy etéreo, en turquesa y verde phthalo, con sucesivas veladuras que van formando una suerte de “visión submarina”, un poco al estilo de algunos cuadros de la última época de Odilon Redon. Sus dimensiones y su juego de composición con el color y lo vaporoso supongo completan la agencia del efecto de sensualidad y lirismo que persigue.
También menciono “Una pareja”, carbonilla, lavandina, acrílico y aerosol sobre tela, 130 x 120 cm. Este es un cuadro que pinté a dúo con Vicente Grondona. Lo menciono porque el proceso de la pintura a dúo me parece interesante en el contexto del concepto del arte que hay en la actualidad, mucho más ligado a la valoración de la rareza que a la comunión ciclópea en lenguajes comunes. El dibujo lo realicé yo en carbonilla sobre la tela, primero, y es una reelaboración de un dibujo de juventud de Lucian Freud. A partir de ahí, nos reunimos para aportarle una resolución pictórica a la obra, pintando juntos de un modo un poco caótico por ser la primera vez que lo hacíamos. El resultado es, creo, una obra de impronta cálida e ingenua que me hace pensar en Klimt, en “El beso”, y en cierto espíritu de amor joven, libre, loco, romántico, punk, saturado y sonriente.
Actualmente trabajo en una serie de obras de pequeño formato sobre papel, en técnica mixta de tinta, aguada, esmalte y acrílico, a mitad de camino entre lo figurativo y lo informal.
Una forma fértil de leer o experimentar sólo puede inventarla cada uno, tiene que ser algo singular, pues si es auténtica es parte de la vida y talante de ese uno singular, es algo libre y abierto. Sólo puedo decir que me parece vital acercarse a toda obra del modo más receptivo y lábil posible sin perder la capacidad crítica; aproximarse de un modo asistemático, y libre de prejuicios y de aplicación automática de categorías conceptuales, siempre dudosas.
Entregarse a la experiencia de las obras como un momento decisivo, sensible e intelectual a la vez, que al mismo tiempo está absolutamente integrado, tanto en términos fenoménicos como “gramaticales”, digamos, con la vida en general como universo en el cual nos desplegamos como sujetos.
Más allá de esto, el resto tiene que ser, o mejor, no puede sino ser misterio, sensación y sorpresa.
Para ser sintético, me interesa todo aquello que tiene que ver con la pintura en su dimensión material, sea que esto despliegue formas escultóricas y figurativas, con personajes y caracteres, sea que derive en informalidad y abstracción. En ambos casos o vertientes, me veo seducido siempre que el carácter plástico aparezca resaltado con vigor y sensualidad, aparezca en el resultado. En ese arco, entonces, entran desde Goya hasta Jackson Pollock, desde Turner hasta Lucian Freud, pasando por Fragonard, Odilon Redon, Courbet, Delacroix, Tiépolo, Rembrandt, muchos artistas locales, y la lista continúa.
Por motivos similares a los expresados arriba, me interesa también toda la tradición de representación del cuerpo en la pintura y la escultura, acaso una de las líneas centrales de la historia del arte de todas formas. Pintores contemporáneos que trabajan de un modo atractivo sobre esto son Lucian Freud, John Currin y Cecily Brown.
También me importa aquello que tiene que ver con la “inscripción” del cuerpo en la obra. Alberto Greco, Osvaldo Lamborghini, algunos cruces entre escritura y pintura.
Dentro de la “tradición local”, me interesan Cándido López, Berni, Policastro y, más cerca en el tiempo, los pintores de la Nueva Figuración (sobre todo Macció y De la Vega) por su trabajo matérico entre la figura y lo informal. También los pintores de los ochenta en general, por su actitud gestual, festiva y ambiciosa, pero siempre pictórica.
Entre mis “contemporáneos” o entre los artistas más jóvenes, he mencionado en la lista de invitados a este sitio aquellos que más me interesan, si bien la lista de los que me afectan de algún modo es mucho más amplia.
Pinacoteca de los Genios: covers, hits, standards, 2006, Alfredo Prior & Nahuel Vecino, Galería Vasari. La alianza entre estos dos artistas es una monstruosa concepción de un cíclope que aúna lo dionisíaco y lo apolíneo. Los resultados de las versiones de obras tradicionales son impresionantes. A tal punto que los artistas mismos lo han percibido y han vuelto a formar sociedad: a fin de año mostrarán producción conjunta por segunda vez, ahora pintando cuadros que versionan temas de rock, en Cuadros de una exposición, muestra que incluyo anticipadamente como una de las más significativas de este período para mí también, pese a no haber sido aún montada.
Bar Roma, 2006, Valentina Liernur & Déborah Pruden, Bar Roma. El vehículo de una sencillez extrema, de un despojamiento que no se excusa ni trata de autosignificarse, hace estallar un pequeño momento de verdad para estas obras, y para la simple voluntad de, terminándose un año acaso sin muestras para las pintoras, mostrar su trabajo a quien esté interesado en verlo tal como el artista mismo lo ve: en continuo con la cotidianidad, tratando de conferirle un valor o extraerle una experiencia sin ornamentaciones de ningún tipo.
La guerra de los estilos, 2002, Alfredo Prior, MNBA. Ante el desafío de mostrar en la gran sala del 1er piso del MNBA, Prior eligió, al contrario de aquellos que se antologan a sí mismos para entrar en un panteón prematuramente, exponer casi 200 obras nuevas, unificadas por la idea de pintar una guerra, una batalla, siguiendo los lineamientos dejados por Leonardo da Vinci. El resultado es una muestra de trascendencia, presencia y atemporalidad a la vez: delirante, báquica. Pensamiento que seduce con las manos.
De Vicente Grondona: Pinturas y dibujos en cloro y anilinas, y esculturas en carbón y lejía… otro sueño de una persona bipolar, VVV Gallery, Madrid; Vicente Grondona, 2006, Malba; Hombre Biblioteca, arteBa 2008. En su obra aparecen ecos del fauvismo, del surrealismo, una frescura radical relativa a los motivos que nos impulsan desde siempre a hacer obras, a intentar formas y sentidos.
Poliuretanos, 2006, León Ferrari, Galería Sonoridad Amarilla. El costado “pombiano” (valga el anacronismo teórico) y gratuito (no en precio) de Ferrari es fascinante, me parece una manifestación de amor por la forma, y una faceta joven y despreocupada de su trabajo.
OFF / FORA / Envío argentino a la Bienal de Pontevedra, 2007, CC Recoleta. Y Nuevas Adquisiciones, 2006, Malba. Estas muestras me parecen importantes como lugar de lectura de lo que el arte es a nivel institucional hoy, digamos que son muestras de las que saco información, pues lejos anduve de deslumbrarme. A excepción de los trabajos de Daniel Joglar y Sebastián Gordín, en el caso de la muestra del envío a la bienal, y de los trabajos de artistas consagrados y de Navarro y Laguna, en la muestra del Malba, el resto me resultó empantanado en una retórica de respuesta a lo institucional, de legitimaciones conceptuales alejadas de la intensidad real de experimentación con lo artístico. De todos modos, me parecen muestras donde hay mucha información que obtener.
Pompeya, 2008, Nahuel Vecino, CC Recoleta. Una suerte de retrospectiva de los últimos 4 años de producción de este pintor singular, en la cual la contundencia de su reconcentrada apuesta se puso en acto.
La Galería de Arte Belleza y Felicidad como un lugar de emergencia y de primeras muestras de muchos artistas que luego consolidarían un camino interesante. Y también como lugar de encuentro fértil entre disciplinas, fundamentalmente arte plástico, literatura y música.
Retrospectivas importantes, (in)formativas: De la Vega en el Malba, Deira en MNBA, Fluxus en el Malba, Macció en el CC Borges, Miguel Carlos Victorica en Fundación Alon para la Artes, las tintas chinas de Berni en el CC Recoleta, Alberto Greco en Del Infinito Arte.