Isabel Caccia
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- Luciano Burba
- Adriana Bustos
- Fabhio Di Camozzi
- Lucas Di Pascuale
- Ana Gallardo
- Jorge Macchi
- Res
- Christian Román
- Mónica Alvarado
- Ana Gilardi
- Gerardo Repetto
Biografía
Cuando era chiquita mi mamá y mi abuelita me enseñaron a tocar el piano, me dieron clases de dibujo, pintura, bordado y costura, danzas clásicas y españolas, francés, y me encantaba ir al taller de narración que publicó mis poesías en la revista Burbujas de papel. Tuve un abuelito músico y otro doctor veterinario.
Vine a Córdoba a estudiar Derecho pero después de 3 años decidí que mejor sería estudiar arte. Hice la Licenciatura en Pintura en la Universidad Nacional de Córdoba. Por buen promedio obtengo becas del Ministerio de Educación de la Nación y de FAPA (Federación de Asociaciones Piamontesas Argentina).
En esas épocas de Facultad con unos amigos creamos el grupo 00. De las exposiciones que hicimos, la de Sonoridad Amarilla en Buenos Aires y BOOM en el CCEC fueron las mejores experiencias porque lo más importante fue la creación efervescente del encuentro.
Mi primer muestra individual fue “Mon_miel” en el 2001, una instalación de conductos de ventilación con luz y fotografías, proyecciones de diapositivas, música electroacústica que produje con Raúl Lafuret y licores de mi autoría. Una de esas obras ahora forma parte de la colección de la provincia de Córdoba. Otras individuales importantes: “Le desir dans la peau”, de pinturas, en Francia; “Mis sueños tibios para calmar los ropajes de tu frágil realeza”, donde trabajé con plantas residuales de un vivero, en La Sala Naranja de Valencia (2007); “Murmullos de piel”, en el MARTE, El Salvador; “limen y diamantes. Artificio x naturaleza” en espaciocentro, Córdoba (2006); “Vitalis”, una instalación de pequeños vidrios de análisis con dibujos hechos con cabellos familiares y pintura de uñas transparente colgados por cabellos atados a los alfileres clavados a la pared, y objetos que hice con perchas dobladas forradas con telas de fiesta que encontré en la basura perteneciente a La Mona Jiménez y cancanes. Estos objetos flotaban en la sala de Juana de Arco, Buenos Aires (2002).
Cada vez que se publicaba alguna nota sobre mi obra a mi papá le encantaba salir con el diario bajo el brazo para mostrárselo a todo San Francisco.
Asistí a seminarios de Claudia Gianetti y Michel Wessely. Fui becada en el International landscape workshop con Enrique Marty en España y por el Centro Cultural España Córdoba para cursar con Joan Fontcuberta.
En el 2003 y 2004 fui ayudante de la cátedra de Gabriel Gutnisky y Patricia Ávila en la UNC.
Desde el 2003 y por 4 años desarrollé un taller de experimentación (en el Centro Cultural Casona Municipal y en la galería espaciocentro) que llamé “el laboratorio”. Ahora lo doy eventualmente a domicilio.
En el 2006 gané el Primer premio XXVIII Salón Ciudad de Córdoba. También me seleccionaron en el concurso del Museo de Arte de El Salvador y de la IV Bienal de Arte del Desecho (España 2005). Participé en: Videotage de Hong Kong, I Bienal del Fin del Mundo (Ushuaia), let´s dance, videoplay (Alemania), Festival Alter Arte (España).
En mi trabajo es frecuente la mezcla de diferentes disciplinas del arte, la botánica, la confección, y la gastronomía. Desde hace un tiempo utilizo el video como soporte para trabajar, con distintos software, obras pictóricas y musicales donde capturo diferentes acciones que realizo en mi entorno.
En el 2007 participé en la conferencia desarrollada en el Institut de Recherche sur l'Enseignement des Mathématiques (IREM de Paris VII) donde Joachim Dupuis y Philippe Roy presentaron sus tesis en filosofía sobre Murmure de peau (proyecto cancán que desarrollo y transformo desde el año 2003).
2008 Estuve en la residencia para artistas en la ciudad de las artes, Escuela Superior de Bellas Artes “Dr. J.F. Alcorta”. Actualmente realizo cultivos en la jaula de tender la ropa de la terraza de mi edificio en el centro de Córdoba, mientras investigo sobre malezas comestibles, cine y elixires de vida.
Mis sueños tibios para calmar los ropajes de tu frágil realeza. (2007)
Fotografía, instalación, performance, escultura, objeto.
Proyecto cancán. Ecos de piel polar Yatana. (2007)
Ver vídeo en:
http://es.youtube.com/watch?v=tg8NgjTEYK0
Proyecto cancán. Santa fe. (2006)
Ver vídeo en:
http://es.youtube.com/watch?v=GWJUiG75OcE
Visión del arte
Proyecto Cancán es un acontecimiento producido de manera específica en un espacio verde urbano. Es una intervención pictórica y filosófica en las personas que participan, es una danza que recicla un derivado del petróleo tejiéndolo a la naturaleza donde adquiere formas orgánicas, es la propuesta de ser felices en lo simple y cotidiano, es el residuo de esas acciones que sólo podrán verse de nuevo en la memoria de una película.
El proyecto consiste en unos elementos básicos que se reconstruyen de diversas maneras con nuevos ingredientes acorde al espacio donde se despliegan, siendo así, cada presentación, una obra diferente e irrepetible.
El cancán (pantymedia, leotardo, pantis, medias pantalón, medibacha, collants) es un derivado del petróleo que le otorga a las piernas una veladura estética. Es un artificio integrado a la vida cotidiana de manera natural, una estrategia de seducción femenina.
El cancán es por esencia dicotómico. Es una tela que toca la parte más íntima de la mujer a la vez que presenta su figura en la sociedad. Puede dar abrigo al cuerpo y ocultar su piel a la vez que oprimir su carne.
Comienzo Proyecto cancán en una ciudad determinada con una convocatoria donde invito a la población a participar de un trueque. Se recolectan cancanes usados para unirlos a una trama base y formar un gran tejido que se integrará a la naturaleza. Esta trama base es el producto de experiencias anteriores que incluye la colección particular de mi mamá que los guardaba desde los años ’70. Yo también hice lo mismo, como cada mujer de mi familia.
Primero los utilicé para hacer pinturas: los estiraba sobre el hueco de cajas y sumaba capas de lycra + capas de pintura, esto alrededor del año 1998/99. Utilicé también el material para hacer diapositivas con fluidos que proyectaba mientras actuaba sobre el foco acorde a las formas azarosas y a la música. Luego realicé objetos donde el cancán estaba tensado por perchas de alambre forradas con telas. Estos objetos se instalaban en un espacio, la luz proyectaba sus formas que se modificaban con el propio movimiento. El cancán de multifilamento me cautivó por sus cualidades sonoras, lo grabé y lo trabajé de manera electroacústica. La pintura habitada por todos los sentidos. Comencé por adherirlo a las paredes, a expandirlo por la habitación a generar veladuras transitables. Este laberinto se multiplicaba en el juego de luces y un aroma a miel estaba impregnado en cada hilo.
Hasta el momento estos eran los cancanes familiares. Para la obra que tenía programada el patio del CCEC comienzo a repartir mails y papelitos a mis amigas, a las amigas de mis amigas: "Compro tu cancán corrido pago pintándote las uñas."
La respuesta fue inmediata y comenzaron a llegar chicas con bolsas llenas de cancanes y me decían _ a estos los guardo desde los quince _ te los lavé antes de traer _ a mi hija le gustaría que le pintes las uñas. Lauri me los dio en una bolsita con un moño. Otra chica visitó a sus vecinas y me trajo una gran bolsa con los cancanes de un barrio. La instancia del trueque se tornó lúdica y apta para el diálogo.
En El Salvador, estuve una semana pintando uñas mañana y tarde sobre una mesa con una jarra con agua y frasquitos multicolor.
Las mujeres no sólo venían a que les pintara las uñas. La gran mayoría no se animaba más que a un brillo o al rojo. Luego de hablar un rato sí me dejaban aplicar la variedad cromática que me interesaba y que era diferente para cada persona. Las mujeres me llevaron sus colecciones privadas color canela y una señora me llevó más de 30 cancanes con una pierna cortada. Hablamos de la vida, de lo que hacían, de lo que les gustaba, lo que comían, que usaban cremas para aclararse la piel, hablamos de la ciudad, les conté de la mía, me preguntaban del tango, también les hablé del cuarteto, me contaron de sus trabajos donde les exigían usar pantimedias color natural, que muchas mujeres tenían micosis por la humedad conservada en esa lycra, algunas los reciclaban para hacer plumeros que me regalaron y otras para cultivar orquídeas. Por las mañanas la mucama del hotel me veía rompiendo cancanes mientras me traía mangos jugosos. Ella quería los cancanes que no estaban tan rotos, le gustaba ponérselos aunque sufriera el calor.
La semana siguiente tejí el jardín interno del MARTE. Al museo asistían maestras para cursar seminarios y cuando me veían rompiendo los cancanes se acercaban y me preguntaban si podían ayudarme. Por momentos eran 20 mujeres destruyendo pantimedias con risas, concentración y algo más que aún sigo pensando qué era. Una chica de 19 años iba cada día y se quedaba en silencio a romper cancanes.
En Ushuaia pinté las uñas vistiéndome con un cono de peluche blanco en la casita del bosque y en un banco entre lengas. Azul de dos años por primera vez en su vida tuvo sus uñitas pintadas, también la abuela Cristina, la última ona, me llevó sus cancanes. El diálogo bastaba sólo con su mirada. Yatana significa tejer en lengua Yagá de los aborígenes de Tierra del Fuego. Cada día durante dos semanas subía a meterme en el tiempo del bosque mientras desaparecía de la ciudad del fin del mundo.
En Murcia tenía una mesa en un camino del jardín Floridablanca. Un jubilado se acerca y me dice que es una discriminación a los hombres, le explico que cualquier persona puede pintarse las uñas, se ofende y me dice que no, que sólo las mujeres pueden hacerlo, o los maricas, pero que eso no estaba bien. Le pregunto por qué? Me dijo que yo estaba loca y que lo que hacía (señalándome los cancanes enganchados) era para un loquero. Yo le pregunto por qué? Un alboroto de palabras en volumen ascendente seguía siendo su respuesta: loca. Alguien al paso le dijo que tenga cuidado porque lo estaban filmando para la televisión, entonces el señor dijo que se retractaba de todo lo dicho y saludó a la cámara.
Un gordito se acerca y me pregunta si a él le podía pintar las uñas, le dije que tenía que pagarme con pantimedias rotas, y me dijo que siempre se encontraba de esas en los contenedores que revisaba, que luego me las traía. Me explicó que él era bien macho pero que le gustaban las uñas pintadas y me pidió que le hiciera dibujos con todos los colores. Me contó que su novia lo había dejado por otro pero que él iba a esperarla hasta que el otro se muriera. Es imposible olvidarse de esas uñas.
A la misma hora cada día un señor se sentaba en el mismo lugar de un banco frente a la telaraña y fumaba su pipa. Yo vestía la malla de danza rosa y cuidaba cada uno de los movimientos. Cuando la gente se acercaba a preguntarme qué hacía, yo los invitaba a que hagan lo mismo. En un momento hubo un señor de traje y corbata, una nena de 5 años, una pareja de novios y otros más rompiendo y atando cancanes, sin conocerse ni hablar más que con el cuerpo y las tensiones que la lycra permitía. El cancán deja de ser un fetiche para dar forma a una arquitextura colectiva, flexible, aglutinante, reciclable, y evolutiva.
Luego desinstalo todo y viajo con la trama base hacia la próxima ciudad a dialogar. La red muta en un cuerpo múltiple y heterogéneo con memoria molecular adherida a su materia.
Este año diseñé el proyecto para realizarlo en Córdoba. Invité a 10 artistas para pintar uñas sobre los arcos dibujados del Cabildo y para tejer cancanes durante una semana en la Plaza San Martín. Formé un grupo con gente de cine, teatro, pintura, performance y técnicos especialistas en sonido que capturaron las voces de cada mesa. Grupo Cancán Córdoba estuvo integrado por: Soledad Sánchez, Ivana Altamirano, Yamila Cardoso, Nancy Palermo, Lety Ollier, Paula Lussi, Ana Volonté, Alejandra Velasco, Pilar Velasco, Ma Ion-chi, Julia Tamagnini, Carmen Cachín, Gina, Laura Colombo. Leni, Federico Romano, Yamila Maionchi, Alejandro Mandolini, Res, Susana Pérez. Eduardo Manrique, Andrés López, Germán Díaz, Nicolás, Cristian, Inés Moyano y Rosendo Ruiz. Fue bueno haber modificado el transitar rutinario de los cordobeses. A cada persona que participó se le hizo un retrato. En el conjunto de esas fotos se puede observar una gran diversidad de rasgos muy distante del modelo de mujer que venden los kioscos. Aún trabajo en la edición del material capturado; en los diálogos, tonos autóctonos, elementos olvidados y gestos residuales de esta sociedad.