Visión del arte
1. Elija una obra que lo/la represente, descríbala haciendo referencia a su formato y materialidad, su relación con el tiempo y el espacio, su estilo y su temática; detalle su proceso de producción
La obra que mejor me representa es la última, perteneciente a una nueva serie tan nueva que todavía no tiene título y simplemente la nombro “Sin Título Azul”; tiene una fuerte relación con “Proyecto Superficies II”, mi producción anterior, ya que se sitúa como un desprendimiento más ácido, frío y liberado de efectismos.
Sin Título Azul es la obra que más me representa porque refleja una búsqueda de desarticulación del espacio conocido, una suerte de complejización de perspectivas y puntos de vistas, ambigüedades y estructuras habitacionales que si bien no presentan mayor dificultad, tras una segunda mirada comienzan a imposibilitarse, ser extrañas, incluso, volverse espacios amenazadores. Esta obra está desligada de toda circunstancia ornamental, decorativa y preciosista, en el sentido más doméstico del término. La ausencia de toda huella humana es total, lo cual lleva al ambiente pintado a no poder definirse en términos funcionales, temporales ni personales.
Trato la imagen pictórica como un espejo de nuestra estructura mental, a través de la cual accedemos al mundo, superponiendo, conectando, armando desde diferentes puntos y situaciones, teniendo en cuenta la imposibilidad humana de las definiciones absolutas y permanentes donde lo real es una circunstancia totalmente ambigua, incomprensible en su totalidad, armada inconexamente y en perpetuo movimiento y cambio.
2. En líneas generales, ¿cuál sería la forma en que sugeriría leer su obra?
Creo positivamente que la pintura es ante todo un hecho mental, no exento de emoción. Yo fundamentalmente pienso mi pintura antes de hacerla y mientras la estoy haciendo no puedo evadirme de un espectador hipotético, sin implicar una imposición a la obra. Creo que la imagen da la puerta de entrada al camino interpretativo que ha de recorrer el espectador. Este será subjetivo, dependiente de las evocaciones y pensamientos que pueda propiciar mi obra.
Creo que todas las interpretaciones son válidas, desde las más acotadas y obvias hasta las más conceptualizadas. Particularmente me interesaría que el espectador pueda traspasar el primer impacto visual, la propiedad básica de la pintura, la familiaridad arquitectónica y logre involucrarse en una suerte de preguntas, de extrañeza, confusión, desajustes y contrariedades.
3. En relación a su obra y su posición en el campo artístico nacional e internacional, ¿en qué tradición se reconoce? ¿Cuáles serían sus referentes contemporáneos? ¿Qué artistas le interesan de las generaciones anteriores y posteriores?
La lista sería enorme y no se si la palabra justa es “reconocer”. Mis trabajos están enmarcados dentro de lo arquitectónico, un espacio arquitectónico no se presenta en términos de hábitat sino como un patrón a seguir, arbitrario y externo. Sin embargo el modelo presenta irrupciones sutiles, “inconveniencias constructivas” tales como desproporciones, elementos orgánicos extraños, pisos y paredes agujereadas, espacios invertidos y perspectivas inconexas… En sus fallas o grietas aparecen nuevos sentidos y todo modelo impuesto termina siendo perverso.
Mis referentes son los arquitectos japoneses contemporáneos: Matsubara, Akira Sakamoto, Aoki Jun.
Me gusta la pintura de los alemanes: Matias Weischer, Stefan Kürten y Eberhard HaveKost. Ross Bleckner, Dalwood y Doig.
Me interesan particularmente, volviendo en el tiempo, la sórdida arquitectura románica, las miniaturas costumbristas medievales y los pintores flamencos.
Hay muchos artistas con los cuales no podría vincularme a partir de la producción, pero si mediante el pensamiento. Con esto quiero decir que muchos artistas han influido en mi obra no en términos de imagen, sino en movimientos conceptuales que finalmente terminan en mi producción. Tal es el caso de Gerhard Richter y en el área más especificamente del pensamiento a Jean Baudrillard, Frederic Jameson, Andreas Huyssen, Benjamín Buchloh.
4. Pensando en los últimos diez o quince años elija obras o muestras a su criterio fuertemente significativas de otros artistas de Argentina y explique por qué.
Dadá, Surrealismo y Grippo en el Malba. Liliana Porter en CC Recoleta. Kieffer en Proa. Kounellis y El Final del Eclipse en el Museo Nacional de Bellas Artes. Brasil 500 años. Hay muchas más.
Me gustaron por diferentes motivos, fundamentalmente por sus obras, pero también algunas por el buen guión curatorial, por la interesante red de contenidos y lecturas que las atraviesan. También hay muestras que me parecieron pésimas pero que abren la posibilidad de crítica, de la pregunta, de la puesta en crisis y conducen el pensamiento a situaciones que de no ser por tales circunstancias nunca las habría pensado. También me pasa con la lectura, hay autores con los cuales no me identifico, o que están diametralmente opuestos a mi pensamiento pero al leerlos me obligan a establecer un alerta y crítica constante. Lo que quiero decir con esto es que no solamente las buenas muestras son buenas por lo que presentan y como lo presentan, algunas malas muestras también pueden ser buenas en cuanto posibilitan una suerte de alerta, crítica y diálogo permanente.
5. ¿Cuáles son los agrupamientos o tendencias que percibe en el arte argentino de los últimos diez o quince años a partir de elementos comunes?
Infinitas son las tendencias, muy dinámicas, híbridas y frágiles como para registrarlas claramente. Podríamos hablar más precisamente de obras, de artistas y momentos, sin embargo es ineludible la carga discursiva que conlleva el arte contemporáneo argentino como una tendencia general y su permanente eclipse con el referente europeo o norteamericano.
Y esto me parece un punto fundamental a la hora de pensar la posibilidad de un arte argentino con características propias e identitarias. Siempre ha sido complicado elaborar una definición de arte argentino en términos de originalidad e identidad, mucho más lo es hoy en esta face “globalizadora” del arte y ante una disponibilidad mediática indiscutible. De manera tal que las tendencias aquí son ajustadamente iguales a la mayor parte de las tendencias artísticas mundiales: gran carga relacional que está muy de moda, mucho material de desecho, muchísima autorreferencialidad, mucho de registro arqueológico y colección, mucho de documentalismo.
A la hora de marcar diferencias creo que la mirada se ubica en los factores de producción y postproducción, con esto digo: la falta de patrocinantes, de una ley de mecenazgo, la apatía estatal, la falta de verdaderos estímulos son algunos de los factores por los cuales la producción artística argentina se separa de la producción artística del eje Europa-Usa, inclusive de otros países latinoamericanos tales como México y Brasil, que además de conservar una fuerte carga conceptualmente identitaria, poseen aparatos y políticas de proyección no sólo a nivel nacional sino internacional.